Ante la posibilidad de que la lotería cercana me toque con su varita mágica. Y desde luego tiene que buscar a fondo en el bombo de las bolas, porque yo sólo llevo un décimo, decidí ayer dar una vuelta, haciendo planes de en qué podría gastarme el dinero llegado el caso.
Me fui a Madrid, pero a una zona, que aparte de no ser habitual para mí, llevaba muchos años sin pisar.
Castellana, subiendo Ortega y Gasset, torciendo por Serrano y parte de Velázquez.
Esos nombres de señores tan sesudos, no creo que se correspondan con lo que allí hay.
Todas las tiendas de lujo del mundo y parte de la extratosfera.
Channel, Luis Vuitton, Gucci, Dior, Dolce y Gabanna, joyerías, peleterías, y todas esas cositas que se asocian al lujo y que luego copian los chinos.
Hacía tanto tiempo que no iba que olvidé un pequeño detalle. Yo sólo quería ver escaparates, y me vine con las ganas. Esa gente no se molesta en pagar a un escaparatista o gastar imaginación. Nada de nada. El nombre encima de una puerta estrecha, y en algunos un ventanuco que parece el torno de un convento de clausura. Qué decepción.
Y si alguno se atreve a poner algo, nada de precios visibles. O no lo ponen, o ponen un cartelito en un rincón con letrita pequeña que ni con mis gafitas distingo.
Esforzándome un poco conseguí atisbar que aquel vestido, cortito y sin mangas, de lentejuelas, negro, costaba cuatro mil euros (me cuesta menos ponerlo en letra, porque para un minivestido son muchos ceros). Un chaquetoncito de paño de toda la vida, con capucha, de color gris, simple, como para ir al cole, tres mil quinientos. Un reloj, bonito, veintidos mil. Y unas botas rojas, sin tacón, con apariencia de comodidad, ochocientos.
Que digo yo, que si me toca la lotería, con un sólo décimo, no tendría para vestir más de una temporada. A la otra ya tendría que volver a la tienda de mi barrio o salir desnudita.
Es una pasada. Sé que se puede elegir, sé que no hay porqué ir allí. Sé que muchas prendas son artesanas, cosidas a mano, con tejidos buenos, pero yo creo que ni cosiendo las lentejuelas una por una aquel vestido valiera aquello.
Sé que hay personas que no tienen que saber el precio de las cosas. Simplemente eligen y alguien lo paga, pero qué mal cae en estos tiempos.
Entonces entendí porqué llevaba tanto tiempo sin ir por allí. Supongo que cuando vuelva, habrán pasado otro montón de años.
En la calle de Serrano, había una banda de Jazz. No es normal algo así. Por aquí sólo se oye el ruido del tráfico. Y aquellos hombres hacían sonar aquellos instrumentos de una manera contundente. Me cayeron bien. Por lo menos algo que merecía la pena.
Saliendo de allí, me encuentro con la Puerta de Alcalá, pero no como la veo siempre, de Cibeles para arriba, si no del otro lado. Quiero una foto.

Cuando se lo digo a mi contrario que es el fotógrafo oficial, vemos que están los de Green Peace reivindicando algo. Pero además, no conformes con ponerse delante del monumento, hay dos tíos que se han subido arriba del todo, con los arneses, en plan bombero. Madre mía, qué vértigo. Y la policía al lado. Esperando que bajen. No me extraña, nadie les mandó subir allí, para qué bajarlos, mejor esperar. En algún momento tendrán que hacerlo.
En la guía de Usos y Costumbres, añado: La Puerta de Alcalá sirve para hacer prácticas de escalada. Seguro que Carlos III ayer estuvo entretenido.

Después al pasar por la puerta del Ayuntamiento, vemos que han puesto un Belén grandote, bonito. Y allá que vamos. Tiene todo el aspecto de un pueblo. Con todos los personajes y los oficios. Bien montado, curioso. Especialmente me llaman la atención unas figuras. Nunca he visto nada parecido. Una mujer despiojando a un niño. Me sacó una sonrisa. Sobre todo pensando en el artista que ha hecho la figura, ¿cómo se le ocurrió?, pero está muy bien.
Y una gallina dentro de una olla. Son miniaturas pero con un realismo que supongo que se habrán inspirado en algún momento de realidad, porque no se explica tanto detalle, de no ser así.


Y al final, pues a comer a Callao, que ya conocemos el sitio y que no pienso hacerle publicidad. Puerta del Sol, paseo en autobús. Y a casita que llueve, y nunca mejor dicho. Que aunque anunciaban que no llovería, sí que llovió.
El día de la lotería el 22, pero creo que puestos a gastarse el dinero, me iré a algún sitio que me guste y ligerita de ropa, que al sol no hace falta.
Me fui a Madrid, pero a una zona, que aparte de no ser habitual para mí, llevaba muchos años sin pisar.
Castellana, subiendo Ortega y Gasset, torciendo por Serrano y parte de Velázquez.
Esos nombres de señores tan sesudos, no creo que se correspondan con lo que allí hay.
Todas las tiendas de lujo del mundo y parte de la extratosfera.
Channel, Luis Vuitton, Gucci, Dior, Dolce y Gabanna, joyerías, peleterías, y todas esas cositas que se asocian al lujo y que luego copian los chinos.
Hacía tanto tiempo que no iba que olvidé un pequeño detalle. Yo sólo quería ver escaparates, y me vine con las ganas. Esa gente no se molesta en pagar a un escaparatista o gastar imaginación. Nada de nada. El nombre encima de una puerta estrecha, y en algunos un ventanuco que parece el torno de un convento de clausura. Qué decepción.
Y si alguno se atreve a poner algo, nada de precios visibles. O no lo ponen, o ponen un cartelito en un rincón con letrita pequeña que ni con mis gafitas distingo.
Esforzándome un poco conseguí atisbar que aquel vestido, cortito y sin mangas, de lentejuelas, negro, costaba cuatro mil euros (me cuesta menos ponerlo en letra, porque para un minivestido son muchos ceros). Un chaquetoncito de paño de toda la vida, con capucha, de color gris, simple, como para ir al cole, tres mil quinientos. Un reloj, bonito, veintidos mil. Y unas botas rojas, sin tacón, con apariencia de comodidad, ochocientos.
Que digo yo, que si me toca la lotería, con un sólo décimo, no tendría para vestir más de una temporada. A la otra ya tendría que volver a la tienda de mi barrio o salir desnudita.
Es una pasada. Sé que se puede elegir, sé que no hay porqué ir allí. Sé que muchas prendas son artesanas, cosidas a mano, con tejidos buenos, pero yo creo que ni cosiendo las lentejuelas una por una aquel vestido valiera aquello.
Sé que hay personas que no tienen que saber el precio de las cosas. Simplemente eligen y alguien lo paga, pero qué mal cae en estos tiempos.
Entonces entendí porqué llevaba tanto tiempo sin ir por allí. Supongo que cuando vuelva, habrán pasado otro montón de años.
En la calle de Serrano, había una banda de Jazz. No es normal algo así. Por aquí sólo se oye el ruido del tráfico. Y aquellos hombres hacían sonar aquellos instrumentos de una manera contundente. Me cayeron bien. Por lo menos algo que merecía la pena.
Saliendo de allí, me encuentro con la Puerta de Alcalá, pero no como la veo siempre, de Cibeles para arriba, si no del otro lado. Quiero una foto.
Cuando se lo digo a mi contrario que es el fotógrafo oficial, vemos que están los de Green Peace reivindicando algo. Pero además, no conformes con ponerse delante del monumento, hay dos tíos que se han subido arriba del todo, con los arneses, en plan bombero. Madre mía, qué vértigo. Y la policía al lado. Esperando que bajen. No me extraña, nadie les mandó subir allí, para qué bajarlos, mejor esperar. En algún momento tendrán que hacerlo.
En la guía de Usos y Costumbres, añado: La Puerta de Alcalá sirve para hacer prácticas de escalada. Seguro que Carlos III ayer estuvo entretenido.
Después al pasar por la puerta del Ayuntamiento, vemos que han puesto un Belén grandote, bonito. Y allá que vamos. Tiene todo el aspecto de un pueblo. Con todos los personajes y los oficios. Bien montado, curioso. Especialmente me llaman la atención unas figuras. Nunca he visto nada parecido. Una mujer despiojando a un niño. Me sacó una sonrisa. Sobre todo pensando en el artista que ha hecho la figura, ¿cómo se le ocurrió?, pero está muy bien.
Y una gallina dentro de una olla. Son miniaturas pero con un realismo que supongo que se habrán inspirado en algún momento de realidad, porque no se explica tanto detalle, de no ser así.
Y al final, pues a comer a Callao, que ya conocemos el sitio y que no pienso hacerle publicidad. Puerta del Sol, paseo en autobús. Y a casita que llueve, y nunca mejor dicho. Que aunque anunciaban que no llovería, sí que llovió.
El día de la lotería el 22, pero creo que puestos a gastarse el dinero, me iré a algún sitio que me guste y ligerita de ropa, que al sol no hace falta.
Pero mira que te cunde el día, jajaj.
ResponderEliminarQue suerte amiga!!! y yo mientras trabajando...bueno, bueno que estás de vacaciones.
Esas tiendas de marcas deben ser una pasada, pero sólo eso, mirar y no tocar.
Me daría mil dolores de barriga comprar uno de esos trapitos tan caros, ufff con la cantidad de cosas que podría hacer con ese dinero. En primer lugar se me ocurre irme muy lejos, donde nadie me encontrara y pasarlo de lujo, sin apuros y sin pensar en nada. Falta me haría.
Mañana iré a una zambobá...ya te contaré. Espero pasarlo bien, porque hija llevo una racha que ya sabes. Para colmo mi hijo perdió la mochila con todos los libros,ufff imagínate.
Ya te cuento.
Besos guapa
Bueno, en Serrano, casi llegando a la Puerta de Alcalá es donde está la relojería donde vi un reloj por 46.000 euros (no recuerdo la marca) y el Cartier de 136.000 euros que por poco no caí fulminado allí mismo. Más de lo que cuesta reformar un piso, pensaba yo, que acabamos de salir de una reforma!! Me pareció indignante, de verdad, pero eso ya lo conté.
ResponderEliminarYo el belén del ayuntamiento nunca lo he visto y tengo ganas porque la imaginería sagrada y particularmente los belenes es que me chiflan. Disfruto como cuando era niño, que el primero que vi fue el que ponen en Cartagena, rodeando una de las plazas más céntricas de la ciudad. Un Belén enorme, no olvidaré ese día, mi primera Navidad con mi abuela en Cartagena. En fin, no me quiero poner triste.
Por cierto, Princesa, qué es una zambobá???
Y si te toca, Parker, reparte, chica, que ya sabes que ando con una gran desazón por mi reducción de sueldo, jejeje, y necesito ayuda. Besos!
Hola Princesa. Al final piensas como yo, con esa pasta nos podemos ir muy lejos a conocer sitios nuevos y disfrutar del calorcito. Pasamos de ropa cara, ya sabemos que para lucir la ropa lo importante es la percha y esa ya la tenemos, y estupenda desde luego.
ResponderEliminarEspero que te lo hayas pasado bien en la zambombá. Y que no te moleste el ruidaco que se arma. Ya nos lo contarás.
Se dice que cuando se pierde algo es porque no te hace falta. ¿le habrá pasado eso a tu hijo?, mira que si es así, aunque se los vuelvas a comprar, volverá a ocurrir... Pobre.
Venga si toca la lotería, lo celebramos.
Un beso.
Jota, lo de repartir no sé si me dará para tanto, pero celebrarlo, desde luego. Ya sabes, sólo llevo un décimo, y tengo un hijoooooooo, jajajaja
ResponderEliminarEl Belén del ayuntamiento se ve en poco rato. Te entretienes, pero no es excesivamente grande. Sí que es muy curioso y de verdad que las figuritas merecen la pena. Date un vuelta por allí, no te llevará mucho rato y seguro que te gusta.
Y lo de las tiendas, ya te leí cuando lo de los relojes. Yo quería ver la ropa, y sobre todo a ver cómo se montan aquellos los escaparates, y ya ves salí como entré. Ni me lo planteo. Ayer me fui con mi cuñada a un centro comercial, cogimos algunas cosas para sus hijos como regalo de reyes. Y tan ricamente, ni mi cartera va llevarse un sofoco ni yo tampoco, y seguro que mi sobrina va monísima, que con quince años no se puede estar fea.
Un abrazo.