miércoles, 28 de octubre de 2009

LA ASPIRADORA

(Esto es una tontería, pero es que me he puesto de muy mala uva)

Nunca nos hemos llevado bien la aspiradora y yo. Es un chisme que me resulta antipático como pocos.
Siempre tirando de el. Cuando quiero llegar a un sitio, se tuerce el tubo, se engancha el cable, se suelta el enchufe. No sé, siempre pasa algo que me contraría. Es de esas maquinuchas con espíritu propio que me contradice siempre. En fin, una antipática.
Por eso, procuro pasar poco tiempo con ella. Guardadita en el armario está mejor que en ninguna parte.
No tengo en casa alfombras ni tapices ni cosas de esas que la puedan hacer necesaria diariamente, así que nuestra convivencia es medianamente soportable.

Pero de vez en cuando, no queda más remedio que usarla, y esto provoca que ella tenga también sus necesidades, por eso hoy me ha tocado cambiar la bolsa de papel.

Un horror absoluto. Primero ir a comprar las bolsas que ya no quedaban. Las que yo tenía eran originales de cuando la compré y ya no encuentro esa misma marca. He tenido que comprar unas que llaman compatibles. (Mira qué suerte, les irá mejor a que a mí, porque desde luego yo no soy compatible con ella para nada).

Quito la bolsa usada sin prestar atención a cómo va encajada. No será tan complicado, digo yo. Pues mira que no, que digo mal. Es complicado de narices. No veo la ranura por donde entra el cartón. No encaja con el agujero que va directo al tubo. Le doy la vuelta, tampoco va. Intento cerrarla y que nones. Miro el reloj, llevo un cuarto de hora dedicada a algo tan absurdo como poner la bolsa a la aspiradora. Si la hubiera tenido que peinar me hubiera llevado menos tiempo y yo peinando soy una auténtica nulidad.

Al fin, después de varios intentos, creo que lo he conseguido. Voy a probar a ver si funciona. Pues sí, hace ruido y recoge las migas del suelo. Así que aprovechando, me la voy a llevar a la terraza y así recoge las chinitas de arena de la gata que siempre hay por el suelo.

Desenchufo en la cocina, la pongo en el salón, pegandito a la terraza que es donde está el enchufe más cercano. La intento poner en marcha y no va. Me fijo en el enchufe, como es de esos de cuatro o cinco y con un interruptor, se me ocurre que quizá esté apagado y le doy para encender.
Resultado, la tele que funcionaba deja de sonar. El aparato del plus se queda a oscuras, la aspiradora no funciona y a mí se me pone una jeta que pa’qué. Que vale que ya sé que si la tele funcionaba el enchufe también, pero no caí en eso, de vez en cuando se me pira la pinza, ¿eso es normal, no?

He vuelto a dar al botón. He desenchufado a la antipática esa, la he sacado a la terraza, me he ido a la cocina y he terminado la comida que es mucho más agradable.

Mañana, si estoy inspirada la dedicaré otro ratito, si no, cogeré la escoba y el cogedor de toda la vida y aquí no pasa ni media.
¡Anda y que la den!.

5 comentarios:

  1. Me he reido -perdona- con tus pequeños contratiempos con la aspiradora. Creo que el problema es que no le hablas...
    Saludos

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  2. Jaclo, haces bien en reírte, este es el fin del blog, entretener y tratar de sacar una sonrisa. De momento, misión cumplida, pero seguiré mientras encuentre material tan simple como la antipática de mi aspiradora.
    No es que no le hable, que sí te aseguro que sí, pero es que creo que no le gustan los insultos. Ya sabes, una tiquis que es.

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  3. jajajajaja, eres única, te imagina peleando con la aspiradora. Esta vez parece que ha ganado ella pero no desesperes :-)

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  4. Luzblue no es que haya ganado, es que carga con mi indeferencia. Ella a su rincón y yo a mi escoba como las brujas.

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  5. Buen relato, si señor.
    La vecinita del cuarto

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