Ya he vuelto del pueblo. Siempre me lo planteo como unas vacaciones nuevas. Y de nuevo tienen poco. Vuelvo a la misma casa, a las mismas calles y a ver a la misma gente. Bueno la que queda. Pero el espíritu de novedad no se me quita.
Este año llovía. No siempre ha sido así. Me encanta la primavera extremeña, llena de luz y color. Pero esta vez tenía más de gris y negro, que una vez allí, pues no resulta mala combinación.
Hago con muchísimo gusto, las visitas obligadas. Son las amigas de mi madre. Son de su edad. Mi madre ya no está, pero quizá por eso mismo, ellas me demuestran muchísimo cariño y yo me siento muy arropada. Por supuesto, mi tita María, la Tía Luisa, y la Tía Chon. Ellas formaban panda de pequeñitas, de jovenzuelas, de recién casadas, de mamás, de abuelazas. Y ahora, se esfuerzan cuando voy por recibirme con una sonrisa y no quejarse demasiado.
Mi contrario quería hacer fotos, y las he liado a todas, ha hecho fotos de sus casas, de sus corrales, del pozo, del caballo, de todo. Ellas no quieren fotos, dicen que están viejas y que no quieren salir.
La pila de lavar, hace que adoren la lavadora.
Me encantan las bóbedas.
La puerta de la cuadra. Ya no se utiliza, pero no hay razón para quitarla.
Los pimientos secos y los tomates de invierno. Garantizan los guisos hasta que llegue el verano y haya nueva cosecha.
Este tío tan mal encarado asusta a los pájaros. Y lo peor ante algo tan horroroso, es que da resultado. Claro que yo también me asusté al verle.
¿Animal o bicho? yo pensé ponerle Gran Duquesa, pero no creo que la inviten a cenar.
Entre tantas cosas antiguas, una promesa de futuro.
Luego me he llevado otra sorpresa. La Casa del Pueblo. La que la gente construyó con sus manos, en su tiempo libre y con materiales sobrantes de todo, pasó por situaciones varias a lo largo de los años. Fue mi primer colegio. Yo tenía tres años y no estaba en edad escolar. Pero como todas las niñas iban allí, yo también quería ir. Mi madre fue a hablar con las monjas para que me dejaran pasar allí la mañana, y dijeron que sí. Así que cada mañana, con mi silla de enea al hombro, me subía la cuesta, y no debía pasarlo mal, cuando repetía al día siguiente. Después me vine a Madrid y no me preocupé más de aquel sitio.
Unos años más tarde, dejó de ser colegio. Pasó a ser taller de confección y muchas mujeres jóvenes del pueblo, tuvieron allí una oportunidad de trabajar en algo que no fuera el campo.
Después estuvo cerrado.
El edificio, conserva la construcción original, con unas paredes exteriores bastante bastas.
Pero este año, al pasar por allí, me sorprenden las ventanas de colores, con unas manos, que parece que quieren coger algo de fuera. No entiendo nada.
Nos encontramos con un amigo y nos explica que se ha convertido en un CONTENEDOR DE ARTE. Que el fin es que la gente del pueblo, sobre todo los jóvenes, tengan un sitio para exponer cosas interesantes. Que están haciendo frescos, murales, esculturas, pueden oir música, o tocar si les apetece. Y me lo puso como muy interesante. La idea es que los chavales tengan otros recursos, que no todo se quede en el bar o en el botellón. Y por suerte, el tenía una llave para entrar, porque aún no se han terminado las obras y está cerrado. Pudimos entrar, hacer fotos, y salí encantada. Supongo que cuando esté todo terminado será una maravilla. Pero además totalmente renovable, que cada poco tiempo, según las ideas, vaya cambiando. Ya sé a dónde tengo que ir cada vez que me dé por ir al pueblo.
¿Qué quieren estas manos?
En el interior, los artistas se desmelenan, esta de material reciclado.
Estos monigotes me parecieron simpatiquísimos.
No he podido salir al campo. Otras veces es la actividad principal. Pero sí que he hecho torrijas en casa, y me he entretenido. Como siempre allí puede ocurrir cualquier cosa.
He vuelto reanimada, contenta, y pensando que pasará un tiempo antes de que vuelva, así las sorpresas son seguras.
Yo lo llamo turismo rural. Aunque al mismo tiempo, nos hemos desmontado unas estanterías de las que mi padre clavó a la pared "pa toa la vida", como el decía, y si no es por la tozudez heredada de el, se hubiera salido con la suya, porque hemos sudado lo que no imagínabamos para poderlas desclavar de la pared, con esos clavos enormes que se sujetaban a martillazos. ¿tacos, tornillos? ¿paqué? si así no hay quién las mueva. Me he acordado muchísimo de el. Esas cosas nos llevan atrás en el tiempo y nos sacan una sonrisa.
Peleando con las nuevas tecnologías.
Mira qué bien. Cuando yo me dejo caer por Cartagena, cada vez menos, hago lo mismo: me gusta ver a las amigas de mi abuela, parece que ella está allí reunida entre nosotros, es una sensación muy bonita. La pena es cuando te llaman para decirte que falta esta o aquella.
ResponderEliminarMuy bonitas tus fotos, dan para un estudio etnográfico del pueblo, jeje.
Ahora me voy, que tengo que leer.
Besos.
Hola de nuevo.
ResponderEliminarMe ha encantado la crónica que has hecho de tus minivacaciones,siempre es un gusto regresar¿Verdad?Y la casa de arte es genial,así los jóvenes tiene un lugar donde exponer sus obras.
Un besito de regreso y a la rutina.
Morgana.
Regresar al terruño siempre es algo que reconforta y que nos va ayudando a ver la vida como poco a poco, día a día, vamos con ella cambiando.
ResponderEliminarCada vez que uno regresa es algo distinto,hay algo nuevo, ya que somo nosotros algo distintos, algo hemos cambiado, vemos las cosas de otra manera, comprendemos algunas cosas que antes no habíamos comprendido.
Un beso.
Salir de casa ya son vacaciones en si mismas. Da igual si es al pueblo de toda la vida o al caribe en un Crucero. Aunque pienso que las del pueblo son mejor, hay más calor humano y también se les da vacaciones a las ideas de diario cuando se habla con la familia y los amigos de alli.
ResponderEliminarPor cierto había visto espantapajaros feos, feos...pero nunca tan comodamente sentados. Estupenda crónica de tu pueblo.
Besos.
Qué guay y que envidia poder ir al pueblo de vacaciones. Ya cuento los días que me quedan para que llegue agosto. Pasear por sus calles, charlar con la gente... en fin, desconectar del mundanal ruido. Yo también me he ido al pueblo de alguien digo yo, que no al mío. Lo malo es que era en la zona francesa y además de no entender nada de lo que por allí se decía los horarios no eran los mismos que los nuestros. A las 12h estaba todo cerrado y yo sin pan!!!! Pero nos lo hemos pasado muy bien.
ResponderEliminarOye, podrías haber hecho alguna foto de las torrijas ¿no? Yo también quiero!!!!!
Un besote.
Yo tambien ando del pueblo a la capi, y de la capi al pueblo estos dias, pero el mio no tiene tanto encanto como el tuyo, o yo no se lo se ver, que tambien puede ser. Un abrazo y me alegro de tu vuelta.
ResponderEliminarUna cosa que envidio a todos los que teneis el pueblo con su casita para ir de tanto en tanto, yo soy de capital y esas aventuritas no las puedo explicar.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Pues lo importante es que has cambiado de aire, que has cargado las pilas para un buen tiempo...eso es buenísimo.
ResponderEliminarMe han gustado todas las fotos, tienen ese no sé qué que las hace diferentes, será el ambiente del pueblo.
Y nada tú empeñada en conectar el ordenador y jajaaj, se te ponía complicado.
Lo has pasado bien y eso es lo que cuenta.
Un beso enorme
Jota, siempre ocurre eso, se habla de los que no están, pero al mismo tiempo se habla de nietos, y las nuevas generaciones vienen con fuerza. A mí me gusta.
ResponderEliminarLas fotos sí que darían para eso. He elegido las que más me han gustado. Hay muchas más. Pero no las he hecho yo. A mi marido le gusta mucho la fotografía. Tiene una cámara de esas mágicas y también un gusto especial para hacerlas. A veces yo le pido que saque alguna, luego elijo. Las mías son bastante más simples. Al menos, debo reconocer eso. NO SON MÍAS, son prestadas.
Un beso
Morgana, sí que me gusta. Y el Contenedor de arte, me ha sorprendido de una forma muy agradable. Es un pueblo muy pequeño, y aparte de ir al bar, hay pocas actividades.
ResponderEliminarA ver si los chicos lo aprovechan.
Un beso, campeona.
Iglesiasoviedo, así es. Vuelvo al mismo sitio, pero siempre con ojos nuevos. Se aprecian las cosas de otra forma.
ResponderEliminarSiempre vuelvo renovada, con fuerza, con otro sentimiento.
Y te aseguro que no siempre es alegría, a veces es rabia por todas las cosas que no pueden ser.
Un abrazo.
Neuri, desde hace tiempo voy alternando. Al pueblo y a algún sitio nuevo. Bueno, eso depende un poco de la cuestión económica, claro, pero lo intento.
ResponderEliminarOye que el espantapájaros ese, fue un puntazo. Me asusté cuando apareció allí sentado de repente. Sólo le faltaba el puro al tío ese, jajaja.
Y cuando le pregunté a mi prima que si daba resultado, me dijo que sí, pero que cada poco le cambian de sitio para que vea otro paisaje, jajaja.
Me tronchaba de risa.
Un besito.
Mónica, es que los europeos nos descolocan con los horarios.
ResponderEliminarDesayunan cuando nosotros volvemos del baile, y luego ya andamos todo el día al revés, y sin pan, jajaja.
Mira, no se me ocurrió la foto de las torrijas, con lo dada que soy yo, si miras en el archivo, verás rosquillas, bizcocho, bolas de coco, flores de sartén. Si me encanta ver las fotos esas de dulce, pero a las torrijas no les dió tiempo, me las ventilé antes.
(el pantalón me queda un poco más apretado ¿porqué será?).
Besos.
Bichito, seguro que de encanto ni el tuyo ni el mío van sobrados, sólo que si separas cosas, te puedes quedar con las que te gusten.
ResponderEliminarEl pueblo está muy bien, como ahora, para ir unos días y nada más. Si tuviera que vivir allí, tendría que cambiar muchas cosas de mi forma de vivir.
Un abrazo
Pakiba, a veces sí que puede dar envidia, otras amigas me lo dicen, pero no es para tanto, que tu también te haces escapaditas muy guapas, que lo sé yo.
ResponderEliminarUn beso.
Princesa, sí que he cambiado pero más que de aire, ha sido de paraguas, joer cómo ha llovido.
ResponderEliminarY cuando vi la foto del ordenador, me dio la risa. Me hizo gracia, y al final, pues la enseñé. Es que es tan.... yo qué sé, ese fuego cariñoso y yo haciendo ojitos a un pecé que iba como un carro-polos. En fin, al menos os pude leer, y fue un ratito. El fuego era demasiado tentador.
Un besito.
Me gusta leer estos post tuyos en los que describes las cosas de tu pueblo y los sentimientos que te produce su reencuentro.
ResponderEliminarAnónimo, de alguna manera cuento lo que me hace sentir la vuelta por allí. De verdad que no todo es estupendo, pero siempre tiendo a quedarme con las cosas que me hacen bien.
ResponderEliminar