En la entrada anterior decía que me sonaba el esqueleto, pero es que llevo quince días, con el ay, ay, ay continuo.
Un jueves, como todos, me voy a yoga. Bien, estiradita, relajadita y estupendamente. Al llegar a casa, debe ser, que me iba enfriando y me empezó a doler un lado, ahí por la cadera. Me recordaba a la ciática que tuve hace varios años y que ya creía olvidada.
El lunes fui al médico y me dice que podría ser una bursitis (ni idea de qué es eso). Me manda una radiografía y que, de momento, no vaya a yoga, que ya me he estirado bastante y no voy a crecer más.
Ayer me voy a verle con la radiografía en la mano. Como yo iba, en mi simpleza, sólo a enseñarle la radiografía, y llovía bastante, pues me voy con botas, pantalones, paraguas, y todos los andacapadres oportunos para la tarde que hacía.
Después de esperar la intemerata, porque este hombre se lo toma todo con calma, entro, ve las placas esas, me toma el pelo un rato, y por último me dice que me quite el pantalón y me tumbe en la camilla.
Bufff, porque el lo dice. Primero quitarme las botas mojadas, después el pantalón también mojado, luego subirme a la camilla, que con el dolor que me acompaña era dificilillo, y ya cuando estoy esperando no sé qué, me dice que me va a infiltrar, y me cuenta un chiste de médicos.
El trataba de que yo me despistara, pero estaba rígida, no me lo esperaba. Sólo iba a enseñarle una radiografía.
Me pinchó con cuidado, pero el líquido ese en la cabeza del fémur o por ahí, a mí me estaba haciendo la puñeta, y luego riéndose me dice que ya está que me levante, que me vista, y que hoy me sentiré mejor.
La madre que lo parió. Me ví con una pierna rígida, metiéndome unos pantalones al tiempo que tenía que mantener el equilibrio, luego ponerme una bota, luego otra.
No se puede imaginar este señor doctor, cómo le odié.
Y claro, a ver cómo me volvía a casa andando, que en buenas condiciones hay unos veinte minutos y yo condiciones tenía pero de buenas nada.
Pues venga, servicio de urgencia, llamada a mi hijo, y a fastidiarle el plan, porque eran las nueve y media de la noche, porque este hombre es un tardón. Que yo tenía hora a las ocho, pero siempre va con retraso.
Al final, mi hijo me recogió y me dejó en casa, con el contrario que está más hecho polvo que yo.
Así que hoy, castigados sin salir.
El dolor se ha pasado un poco, y espero estar mejor mañana.
Pero creo que me dolió más la sorpresa que el pinchazo. Y ahora yoga no. Vaya plan, como siga dejando cosas que me gustan, y me sigan saliendo las que no me gustan, voy a batir récords varios.
Buff, médicos!! No me gusta nada que me hagan tumbarme en la camilla y menos con los pantalones bajados, que uno es muy correcto y pudoroso, jaja.
ResponderEliminarRecuerdo que me operaron de un quisque en la espalda que se reprodujo tres veces. Pues tres operaciones, claro. No sabes lo que era tumbarme en la camilla a que el doctor toqueteara por allí con miles de instrumentos y gasas y yo viendo las estrellas. Y los tres días que me operaron, los tres un número. Mira para ponerme la anestesia. Yo que veía que una señorita venía por detrás con una jeringuilla, yo que les tengo pánico..., un celador tuvo que meterme el puño en la barriga para que yo pusiera la espalda en condiciones de ponerme la inyección.
Y mientras tanto el personal, supongo, pensando que el tío que estaba en la camilla o mesa de operaciones era ya gordico como para andarse con tonterías, jajaja, pero es que lo pasé fatal. Y las curas, un martirio. Y como se me reprodujo tantas veces yo ya pensaba que iba a tener que vivir así toda la vida, castigo divino pensé, jajaja.
Pues espero que la bursitis esa no sea nada, yo no sé lo que es, y que mañana tengas ya la pierna como para bailar claqué!! Besos.
Hola amiga, me has hecho recordar un episodio similar en el hombro y dije "la madre que te parió" si lo se no vengo.
ResponderEliminarOtra vez me pasó en la rodilla y cuando me digeron lo de infiltraciones me levanté y le dije que se la pusiera él, y sin ella también me curé.
Así que ánimo y que te pongas bien pronto.
Jota lo del pudor y la vergüenza para nosotras no existe, eso se queda todo cuando tenemos a los hijos. Los paritorios parecen plazas públicas, cualquier puede pasar y mirar. Después de eso, quitarse los pantalones es simplemente una incomodidad, los chicos lo vivís de otra manera, eso os pasa por no parir a los hijos. jajajaja
ResponderEliminarAl contar esta historia, esperaba exactamente lo que ha pasado, que cada uno contara sus cosas.
Sé que nos pasan a muchos, y no se cuenta porque está dentro de la normalidad y no tiene importancia, pero a mí me gusta tirar de la lengua con estas simplezas.
Pero sí que me han pinchaoooooo, jo, y molesta un rato.
Y de verdad que una camilla y una jeringuilla provoca en nosotros reacciones que ni nosotros mismos podemos imaginar.
Mañana te cuento si puedo bailar.
Un beso
Pakiba, yo creo que voy a seguir tu ejemplo. Como tenga que volver, admito friegas de alcohol de romero, una baja para guardar reposo (evito las bajas siempre que puedo), una semanita de vacaciones en una playa templada.
ResponderEliminarLo que sea, pero la inyección se la va a poner el.
Un besito
Yo tengo fobia mediquil (¿eso existe?), vamos que veo una bata blanca y me entran los siete males, debe ser por exceso, de hecho tengo una amiga que es medico y a la que le tengo dicho que no te vea nunca con la bata, por favor.... jaja
ResponderEliminarUn saludo, y a recuperarse.
Bichoraro, no me extraña que tengas esa fobia. Tantas veces acaba por cansar.
ResponderEliminarEste que me pinchó a traición no utiliza bata, pero me da igual. Qué mala uva.
Un besito