sábado, 12 de marzo de 2011

MI ESQUELETO SUENA


Es sábado por la mañana.
Anoche me acosté tarde. Tardé en dormirme. Puto café. Y mira que me fastidia, ya ni vicios puede tener una.
Antes me plantaba delante el tazón de café, porque lo de la tacita es una tontería de la Carmen Maura, que es una miserias. Yo tazón, paquete de Ducados y pantalla en blanco. Y como que me venía la inspiración, hasta para escribir gilipolleces.
Pero ahora, la ley antitabaco me echa a la calle. A fumar como las mujeres de mala vida de antes, en la puta calle. Y en casa, tengo casi que fumar a escondidas. Mi contrario no debe fumar por imposición médica y yo no quiero tentarle. Prefiero atentarle, pero nada que todo se complica.
Si no fumo, el café parece otra cosa, y claro no me deja dormir.
Así que me levanto con ojeras enrollables, de mala leche y con pocas ganas de hacer nada.
Si es que los tiempos han cambiado. Claro eso es lo que tengo que decir y que tengo que pensar. Porque si me pongo a pensar que la que ha cambiado he sido yo, por el tiempo que ha pasado, bueno, por el montón de años que tengo, pues eso sí que me pone del revés.
Tengo los años que tengo y me empeño en hacer las mismas cosas que hacía antes, pero qué va, ni me puedo peinar con cola de caballo, porque no me crece el pelo tan deprisa ni con tanta fuerza. Ni puedo echar una carrera para no perder el autobús, aunque eso se soluciona fácil. Voy andandito a todas partes o cojo el coche. Ya sé que estamos en crisis, pero ¿y qué? Para un día que me haga falta, pues quedo como una dama de las de antes, que sólo me falta la sombrilla para que no me de el sol en la cara. Paseíto para acá, paseíto para allá, y a quién le importa mis dotes de cabra montesa.
Me levanto haciendo ruiditos, que si ay, la espalda, ay las rodillas, ay los codos. Pero esto es porque ya no se hacen los muebles como los de antes. Las camas todas malas, las buenas esas de lana que decía mi madre. Las sillas, ergonómicas. Los sillones blanditos. Y es que no puede ser, no estamos hechos para comodidades de ese tipo, que nos volvemos muy finos.
Y así como para mí, la verdad es que prefiero echar la culpa a los muebles, que admitir que estoy un poco gastadita y se empiezan a asomar los achaques.
Pero como es por la mañana y ya me he estirado y ya se han pasado los crujidos de los huesos. Me he preparado el tazón de café, tengo el tabaco al lado, el contrario duerme, y aquí estoy como en los viejos tiempos, escribiendo gilipolleces.

8 comentarios:

  1. Parker, de jilipolleces nada de nada, una realidad como un templo y es que ya no es como antes cuando saltábamos de la cama, ahora antes de hacerlo miramos de incorporarnos bien,de poner los dos pies a la vez y es que como tu dice las camas ya no son las de antes JAJAJAJA.........

    Mil besitos (viejecilla).

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  2. Jajajajaj, eres única para hacerme reír. Que nooooo, que son estas dichosas camas que las hacen malas para que las cambiemos en dos o tres años, sí mujer, los colchones de antes no son los de ahora.
    Pero lo del tabaco es cierto, no es lo mismo un cafelito con que sin...es que no sabe igual.
    Bueno chiquilla que me has hecho reír de nuevo, que es lo que más me gusta.

    Un beso enorme

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  3. jajaja, yo sé que da mucha rabia enfrentarse a todo ese tipo de cosas, a saberse un poco más limitada que antes y a no alcanzar a hacer tantas cosas no porque no quieras sino porque el cuerpo dice que no quiere, que no llega, que no puede o que no lo tolera.
    Aun así tú eres joven y te acordarás cuando tengas setenta años de todo lo que eres capaz de hacer ahora y que entonces sí que no podrás hacer. Y te sonarán a gloria los ruiditos que ahora empiezas a oir. Mi abuela siempre estaba con la misma serenata, lo llevaba bien pero, claro, siempre te acuerdas de lo que has sido o llegado a hacer y que pasados los años no puedes.
    Eso sí, muebles como los de antes, ninguno. Todo contrachapado, malo, feo, descolorido, nada fuerte, un asco... Y eso también influirá. Porque mi bisabuelo siempre durmió en una cama más dura que el esparto y nunca tuvo problemas de huesos y ahora míranos. Cuanta más ergonomía y cuidados, peor estamos¡¡
    Besos¡¡

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  4. Pakiba, viejecilla no sé, pero algo oxidada sí. Me temo que tendré que cambiar la cama, a ver qué pasa, jajajaj.

    Un abrazo

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  5. Princesa, me alegro muchísimo de que haya servido para que te rías, que buena falta hace.
    Y ni las camas, ni el café, ni ná. Toíto anda al revés.

    Un beso

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  6. Jota tu te ríes, pero ya llegarás, ya.
    Y claro que mañana será peor, pero es que hay mañanas que me levanto hecha una piltrafilla. Hasta que no se engrasan las bielas no soy persona.
    De los muebles, no diremos nada. Al fin y al cabo, hay una ventaja, y es que no duran toda la vida y nos permite cambiar de vez en cuando.
    De todas formas, no estaré como tu bisabuelo, en la vida, eso seguro.

    Un abrazo

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  7. La verdad es que el cafe, y el imnsomio te inspiran pero bien. Un abrazo.

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  8. Bichoraro, es que los vicios tienen que tener una parte aprovechable.
    Muchas gracias.
    Un abrazo

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