jueves, 3 de febrero de 2011

AÑO NUEVO CHINO



He tenido la suerte de ser invitada a la cena del año nuevo chino.
Aunque conozco a muchas personas de esta nacionalidad, nunca antes había tenido esta oportunidad.

Así que antes de ayer, por la mañana, me llamaron para decírmelo, que esa noche tenía que ir a una cena de gala.

Al principio, me resistía. No me lo podía imaginar. Pero me decidí. Puse cuerpo de fiesta y a las ocho de la tarde, con puntualidad británica, allí estaba yo, con los otros invitados.

La entrada al salón, todo un espectáculo. Con libro de firmas y todo. Sonrisas, y felicitaciones de año nuevo. Espero que fuese eso, porque desde luego, entender, lo que se dice entender, más bien no. A veces, como broma, con alguna amiga china, le digo que el Cantonés, puede, pero que el Mandarín no lo domino. Sirve de guasita, claro.

Alguna vez he ido a comer a un restaurante chino, pero nada que ver con lo que ví allí.

Mesas para diez personas, redondas, con el cristal central giratorio. Vino y agua en todas, y a esperar.

La primera parte eran discursos, agradecimientos, y deseos de felicidad. Eso normal. Sé que se trataba de algo así, por las sonrisas, aplausos y reverencias. Entre uno y otro, había una mujer joven, guapa, puestísima que iba traduciendo para los pocos españoles que estábamos allí. Todo un detalle, considerando que en total, no seríamos ni veinte. Y allí había más de doscientas personas.

Cuando empiezan a traer platos variados. Y el espectáculo comienza. Bailarinas coloridas, sonidos estridentes para mi oído y muchos brindis. Se brindaba por todo, siempre con vino (Ribera de Duero).

Un plato de la mesa, con algo verde brillante llama mi atención, y convencida de que me va a gustar, me pongo un poquito en el plato. Qué sorpresa. No me gustó nada. No sé a qué sabía. Me dijeron que eran algas, que tenían salsa de soja. No me gusta la salsa de soja. No me gustaba aquello. Con un poco de agua, y luego vino, pude pasarlo. Pero porque estaba donde estaba. En otro sitio, creo que hubiera sido mucho más vulgar. Y además no había pan. Con lo socorrido que es el pan.

A partir de ahí, todo eran sorpresas. Yo quería probar todo. Pero es que no sirvo. No puedo. De lo que no conocía, no me gustó casi nada. Y de lo que conocía, peor. No me gusta el marisco. Y ellos lo sirvieron como si fuera una maravilla -que evidentemente, lo es-. Me dí cuenta, otra vez, que la que no reúne condiciones soy yo. Si no bebo, y no como lo que el resto de la gente, qué pinto yo ahí?.

Bueno, pues pasado ese primer trago. Decidí que marearía alguna cosa del plato, charlaría con los demás, brindaría de buena gana, aunque sólo medio sorbito cada vez. Que ellos pretendían que apurara la copa cada vez, y vería el espectáculo, pasándomelo bien.

Al fin y al cabo, para mí era algo totalmente novedoso, y no siempre tendré la oportunidad de asistir a una fiesta así.

La tradición manda poner en la mesa doce platos. Para eso es año nuevo. Y yo pensé que nunca se acabarían los platos. La mesa giraba y yo veía las caras de los otros al probar cada cosa. Encima, como en Tánger. Ni allí sabía comer con los dedos, ni en la cena sabía comer con palillos. Cogí los cubiertos, como sé, y a quedar mal. Vaya manera de hacer amigos. Confío en su cortesía. Ellos hacen como que no pasa nada y yo me siento torpe, por demás.

Pedí permiso para hacer las fotos, porque me parecía muy feo sacar la cámara sin más. Pero alguien ha visto a un chino decir que no?. Pues eso, que todo sonrisas y sí, sí, sí.

Al fin y al cabo, ellos estaban orgullosos de todo, de su fiesta, de su cena, de sus brindis, del ruido que subía por momentos.

Hubo cosas que no identifiqué en ningún momento. Pedía explicaciones, y me las daban, pero, al final, el nombre era en chino, y me quedé con las ganas de saber qué era aquello que venía encima de unos pimientos de padrón. No lo probé. Me dijeron que picaba mucho. Y el picante me sienta mal, así que no hice los honores.

Al final, me dí cuenta de que había comido de tres o cuatro platos nada más. Y esto es como con las uvas de la suerte. Hay que tomar de los doce. Como esto sea un augurio, me temo que este año, me esperan ocho o nueve meses malos.

Menos mal, que en eso sí que tengo experiencia, así que los sortearé como pueda y aprovecharé los tres o cuatro buenos que me queden.

Lo pasé bien, de verdad. Me reí de buena gana, con un montón de cosas. Y al final, los brindis, se notaba que hacían su efecto. Algunos estaban muuuuucho, más contentos que otros.

Al final, con toda la elegancia, la cortesía y todo, vi, que somos personas y en todas partes, el vino saca lo mejor de cada uno.

Toda una experiencia. Sorprendente, agradable. Y si al año que viene me ofrecen la oportunidad de ir, pues yo repito.

Pero una cosita. A pesar de estar de fiesta, sigo pensando igual. Las mujeres chinas son guapas, pero los hombres no. Para mí una penita, porque con todos los que son...





5 comentarios:

  1. Jolin que experiencia mas exótica!!! aunque la verdad te doy la razón el plato de la foto con esas patitas de no se que se ve un poco rarito, y que conste que la comida de los restaurantes chinos me encanta, aunque supongo que tendra poco que ver con la original, estara muy adaptada a nuestro gusto, y yo tambien pienso lo mismo, lo digo bajito por si hay algun chino por aqui, ellas son guapas pero ellos no,bueno de momento no encontrado a ninguno guapo, pero igual los hay porque con tantos millones que hay digo yo que algunos guapos habra, no? Un saludo.

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  2. Te pusiste guapa y disfrutastes , así me gusta que lo pses muy bien todo lo que puedas.
    Hoy decian por tv que era el año del conejo.

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  3. Bichoraro, yo la otra noche eché de menos los tallarines y el arroz, que ya me hubiera gustado.
    Oye que de verdad, que no he visto a ninguno guapo. Ni de cara, ni de tipo, ni de nada. Y sin embargo ellas, nada que ver. Delgaditas, menudas, y con carita dulce. No es que todas sean guapas, pero muchas sí.
    Y como experiencia, genial, desde luego que sí.

    Un besito.

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  4. Pakiba, ya es forma de vivir. Cuando me vienen las cosas mal, me tengo que aguantar, así que cuando me vienen bien, pues a pasarlo bien. Y así, pasa la vida.
    Sí el año del conejo. Y hablan maravillas de un año así. Yo supongo que hablan de ellos, porque para nosotros, no pinta nada bien. Pero esa fue una de las cosas que intenté que me explicaran, y lo único que saqué en claro es que era un buen año. Me lo creeré.

    Un abrazo

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  5. Ayyy!!! Pero yo también me hubiera quedado sin cenar...pero, y lo bien que lo pasaste!!!, jajaja.
    Parker, estoy algo regular así que me voy a la cama porque si cierro los ojos como que no veo nada de nada. Ya entiendes, verdad? Otro día con más ánimo vuelvo, sé que no te enfadas....guaaaaa

    Besitos

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