domingo, 12 de septiembre de 2010

HISTORIAS DE VACACIONES





Desde hace mucho tiempo, tengo costumbre, cuando salgo por ahí, de anotar lo que se me ocurre, lo que me pasa, lo que veo, y eso es lo que contaré los próximos días. No será mucho, una semana no da para más, pero me ha llevado más tiempo copiarlo de la libreta al pc que lo que tardé en contarlo al papel en directo.



Cualquier día me lo quita.


CUARTO DIA

Amanece.

Estoy en la terraza de la habitación. Arropada. El aire que baja de la montaña se encuentra con la brisa del mar y echan un pulso.

Unas veces me acaricia uno y otras veces otro. Me siento importante en medio de los dos.

Estreno libreta, pero no Boli. El Párker azul siempre está de estreno, porque nunca sé lo que quiere escribir.

Ya llevo tres días de playa, como yo quería, hasta cansarme. Pasear por su orilla, descalza, sentir cómo calienta el sol, mientras me va tostando poco a poco y meterme en el agua fresquita, sintiendo un abrazo cariñoso.

Siento el masaje continuo del mar –mi amante adorado- por todas partes y lo siento por mi amiga la esteticista, pero esto es mucho mejor que las sesiones de presoterapia que ella me aplicaba en las piernas y que me han permitido caminar este verano.

Es que no hay color. El agua me deja la espalda de Barbie, que me acompaña, nuevecita, sin una molestia. La cintura rodeada de un masaje constante y las piernas, que el calor convierte en algo pesado, son ligeras. Flotan. Se mueven. Las rodillas no duelen.

Sobre todo, el subidón de moral que me falta tantas veces en el pueblo donde vivo. Veo a la gente feliz. Contenta. Niños jugando. Mamás al cuidado de ellos. Abuelos satisfechos.

Quizá tan sólo sea, como para mí, un tiempito limitado, pero se les ve felices y eso me alegra.

Mientras me baño, estoy sola. Los veo. Los miro. Y mis recuerdos se van hacia atrás. Yo también tuve la oportunidad y la suerte de vivir tiempos así.

Ahora es diferente. Pero no me dan envidia. Viví mi parte y me acompaña. Me siento feliz de haberlo tenido.

Y ojalá que esos niños y esos papás jóvenes tengan recuerdos parecidos a los míos cuando pase este tiempo.

El futuro está por venir, pero el pasado nos acompaña, así que es bueno quedarse con lo bueno para poder mirar al sol y decirle “anda tuéstame como antaño, que aunque más mayor, vengo igual de blanquita y con las mimas ganas de todo, como entonces”.

Cullera, 7 de septiembre de 2010




1 comentario:

  1. Chiquilla que me gusta el mar!!! Es único, ejemplar, grande, inmenso...en él me siento como un patito mareao.
    Me gusta sentir el agua como rodea mi cuerpo, sumergirme en él y salir con la cabeza mojadita.
    Ufff es ideal.
    Me alegro de que lo hayas pasado bien, al menos habrás descansado y seguro que con las pilas puestas.

    Un beso guapa

    ResponderEliminar