jueves, 21 de enero de 2010

MI DISCO DURO





Un disco duro, no es un disco de Metálica, eso lo decía el Melendi en una de sus canciones. Pero si yo tengo que explicar qué es, creo que sería mucho más fácil eso.

Entiendo que es algo que almacena datos, fotos, cosas. Pero cómo funciona pues es uno de esos misterios sin resolver para mí.

Cómo se llega a ese artilugio? Desde que se inventó la primera cosa que grababa la voz humana hasta esto, imagino a mucha gente probando la manera de sustituir su disquito, ese que nos viene de origen encerrado entre unos huesos feos que dan miedo, después de muertos –bueno a veces también vivos- y que han creado muchas leyendas (Hamlet) o han servido de aviso del mismo miedo (piratas).

Mi disquito ese que en caso de un porrazo se escapa por algún sitio y lo denominan “pérdida de masa encefálica” – que también tiene bemoles -, funciona perfectamente. Claro que eso se dice siempre. A todos nos funciona de maravilla, podemos recordar cosas de antaño, del verano pasado, de la última navidad, y olvidar tranquilamente el móvil en el coche, que tenemos que llamar para coger cita en el médico,  las llaves en el carro de la compra, que quedamos en llamar a alguien para vernos el martes,  o sacar la comida del congelador por la noche. O sea, en plena forma. Estupendo.

Luego, de vez en cuando, hacemos fotos, antes del disco duro era tan sencillo como colocar el carrete en la cámara manual, rezar para que estuviera bien enganchado y que tuviera pilas, que el flash saltase en su momento. Y después llevar el carrete a revelar. Que no se velase al quitarlo. Que nos tuvieran las fotos en tres días. Que no nos cobrasen mucho. Que no se estropeasen los negativos por si queríamos sacar copias para los amigos, para las abuelas. Y por supuesto que el segundo carrete se quedase en la cámara hasta nisesabe cuándo, de manera que la siguiente vez que se utilizara la cámara, no quedasen fotos suficientes, que hubiera que cambiar el carretito en medio del festejo, y encontrarnos con fotos del verano en navidad o al revés.

Ahora, todo lo queremos YA, qué menos, para dos días que andamos por aquí no nos vamos a andar con tonterías. Hacemos la foto con la digital, llevamos baterías de repuesto, la enchufamos nada más llegar a casa y guardamos todas las fotos en la carpeta de mis imágenes. Y eso tiene la ventaja de que no las puedes llevar en la mano para dar la vara a los conocidos con eso de “mira, mira qué rico el niño”, que mira que aburren las fotos de los niños de los demás cuando se empeñan en enseñarte una colección completa de las gracias del niño. (aclaro, que yo he enseñado las de los míos).

Pero cuando se tienen hijos dispuestos a cambiar el mundo, también cambian los peceses de casa, y de vez en cuando te encuentras con que sin querer, o por obligación te “lo han tenido que formatear”, hale! A hacer puñetas las fotos, los escritos, las recetas de cocina, y los juegos que entretienen cantidad.

Para evitar eso, se han inventado los discos duros. Por eso yo tengo uno, porque se ha inventado. Como lo hubiera tenido que inventar yo, íbamos arreglaos, con lo bien que funciona el mío –el de serie-, con lo fresquitos que tengo yo los paisajes y los monumentos de los lugares y las ciudades que he visitado, con lo ricos que eran mis niños, y lo bien que me sé las recetas de cocina que están apuntadas en una libreta de papel escritas a boli allí en el cajón de la cocina. Vamos como que podía vivir sin el.

Pero el otro día, cuando lo ví de oferta, con una capacidad inmensa, tan brillante, tan rectangular, como que me llamaba. Estaba sin estrenar y no es un mp3, quiero decir que no sonaba, pero de alguna manera a mí me parecía que me llamaba. Y bueno, la verdad es que me animaron a comprarlo. Me lo traje, casi puesto, porque la caja la abrí en el coche, no tuve paciencia.

Ya he copiado todo lo que tengo, la verdad es que no es mucho. Pero he pensado que si le cuento algo de vez en cuando, se irá llenando de cositas, y a lo mejor un día, cuando el mío esté rayado y repita cosas sin sentido me sirva para centrarme en lo que fue en este tiempo. El tiempo en que EL llegó a casa.

Así que lo voy a intentar. Intentaré contar cosas a mi maravilloso disco duro, pero mío porque lo he comprado, elegido, traído, con garantías y esas cosas, que no es como el otro mío, ese que guardo entre la calavera fea que estará calva dentro de 100 años.





No hay comentarios:

Publicar un comentario